02 ago 2013 Arturo
González Puntadas sin
hilo para Publico.es
Si Luis Bárcenas no aporta
nuevos, contundentes e indubitados documentos, Mariano Rajoy habrá ganado la
partida política para permanecer en el poder, aun en contra de la repulsa
generalizada de los ciudadanos, pues se puede afirmar que prácticamente nadie
duda de que los papeles de Bárcenas son ciertos. Pero falta algo que envíe
definitivamente a Rajoy a la lona, y su capacidad de resistencia ante lo evidente
es infinita, arropado, además, sin fisuras por sus adictos sumisos e
inmarchitables.
De nada valdrán la ética y estética exigibles por
decencia. De nada valdrán tampoco los meandros judiciales, que tardarán años en
sustanciarse, dada la complejidad del asunto. Ni valdrá de nada la buena o mala
marcha de una hipotética mejoría económica, que es camino paralelo a la
corrupción sin que lleguen a encontrarse.
La prensa internacional tampoco descalifica por
completo las explicaciones ofrecidas por el Presidente, sino que se simplemente
manifiestan que son insuficientes.
Los ciudadanos descontentos se limitarán, al no
tener opción a más fuertes quejas, a manifestar su convencimiento y asco de que
el señor Rajoy ha mentido, miente y seguirá mintiendo desde el pedestal de las
urnas que le encumbraron a tan penosa mayoría, y encima es probable que crean
tener razón, pues ya se sabe que las razones se moldean a conveniencia de
intereses.
No se perciben movimientos de discrepancia dentro
del propio Partido Popular, y los posibles cabecillas para poner en aprietos al
Presidente, como puedan ser José María Aznar o Esperanza Aguirre permanecen en
silencio y no da la impresión de estar sumidos en intrigas, apoyados o no por
algunos medios de comunicación.
Naturalmente, si Rajoy tuviera razón en que se
equivocó al depositar su confianza en el ex tesorero, querría decir que el
señor Rajoy es tonto de capirote y por eso no se siente culpable. Y también
significaría que el señor Bárcenas o se descuidó en su acopio de datos
comprometedores o no es tan terrible como aparenta. Las culpas in eligendo e in
vigilando, normas fundamentales aún vigentes del Derecho romano, no gozan en la
práctica de méritos bastantes para exigencia de responsabilidades concretas por
fraude de ley. El pueblo español ha dictado sentencia, per la justicia, no. Y
la opinión del pueblo ya sabemos que es papel mojado y sin valor. La estructura
y resultado de las urnas es incambiable durante los cuatro años por muchas
fechorías y mala gestión que hayan cometido los beneficiarios. La presunción de
inocencia es una figura jurídica, que no es preceptiva en lo político, lo cual
genera confusión e intereses encontrados. Rajoy es un muerto viviente, pero
anda y hace daño.
España queda, pues, condenada y sumergida en un
marasmo democrático y una situación indeseable y de difícil arreglo; como
siempre los ciudadanos a un lado y los políticos al otro lado de la frontera.
Tiempo convulso y de asco el que nos espera. No se dan cuenta el Gobierno y el
PP, es decir, Mariano Rajoy, del enorme descrédito de las instituciones, todas,
Gobierno inoperante, Parlamento ineficaz, y un Tribunal Constitucional que hace
agua por los cuatro costados. Rajoy está destrozando el país. No sería preciso
convocar elecciones porque la situación económica y anímica del país no permite
esta actuación democrática. El señor Rajoy debe ser sustituido por alguien del
propio Partido que haya estado presente ayer en el Senado. El señor Rajoy debe
tener el coraje de irse, porque aparte de ser un mentiroso, puede llegar a ser
un personaje político innoble.
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