La mayoría de la gente no sabíamos
quiénes eran los habitantes de Ruanda hasta que fue demasiado tarde y 800.000
de ellos ya habían perdido la vida. En estos momentos, el
destino del pueblo birmano de los Rohingya pende de un hilo. Matones racistas
han distribuido panfletos amenazando con acabar con esta minoría étnica.Algunos
niños ya han sido asesinados a machetazos mientras se cometen crímenes de inaudita violencia. Todos los signos
apuntan a un horror inminente, a menos que actuemos ahora.
Los genocidios suceden porque sólo nos preocupamos cuando el delito ya se ha
cometido. Los Rohingya son un pueblo pacífico que
vive en la pobreza. Les odian porque su piel es más oscura y porque temen que
les arrebaten los puestos de trabajo. Son 800.000, pero podrían desaparecer si
no actuamos ahora. Ya le hemos fallado a demasiados pueblos en el pasado. No
repitamos este error con los Rohingya.
El presidente birmano Thein Sein tiene el poder y los recursos para proteger
a los Rohingya, lo único que tiene que hacer es dar la orden de que se haga. Dentro de pocos días, visitará Europa para promocionar las recientes
reformas y apertura comercial de su país. Si conseguimos que los líderes
europeos le reciban exigiéndole la protección de los Rohingya, es posible que
acceda. Consigamos 1 millón de voces y empapelemos con imágenes de lo que está ocurriendo en Birmania los
alrededores de los edificios donde va a reunirse con altos dignatarios de la
Unión Europea.
Tortura,
violaciones en grupo , ejecuciones sumarias -- defensores de los derechos
humanos están utilizando el término “limpieza étnica” para describir la
brutalidad que se registra en Birmania. Más de 120.000 Rohingyas han sido
forzados a huir, muchos hacia improvisados campos de refugiados cerca de la
frontera, mientras otros han tratado de escapar en barcos para acabar muriendo
de hambre, ahogados o a tiros a manos de los guardacostas de los países vecinos.
Los informes muestran que la violencia va en aumento -- a principios de este
año, el presidente Thein Sein declaró el estado de excepción tras una ronda de
sangrientos ataques y es sólo cuestión de tiempo que se produzca una masacre a
gran escala.
Los genocidios no suceden cuando los gobiernos actúan para
evitarlos, pero el régimen birmano está dando pasos en la dirección equivocada.
Recientemente, un portavoz gubernamental admitía que las autoridades han estado
aplicando una ley que limita a dos el número de hijos que los Rohingya pueden
tener y fuerza a las parejas que desean casarse a obtener un permiso especial. Y
diversos expertos aseguran que autoridades estatales han apoyado e incluso
participado en actos de “limpieza étnica”. El presidente Sein finalmente ha
tenido que afrontar la situación de los Rohingya, pero por ahora ha rehusado
poner en marcha planes para frenar la violencia y proteger a las personas
amenazadas.
Hasta que lo haga, la nube negra que augura el próximo
genocidio no solo sobrevolará Birmania, sino el mundo entero. El peso de las
relaciones comerciales entre Birmania y Reino Unido y Francia coloca al
presidente Hollande y al primer ministro Cameron en una indudable posición de
fuerza -- si le presionan para que intervenga durante el encuentro que
mantendrán este mes, podrían salvar vidas. Asegurémonos de que lo hagan. Ya
le hemos fallado a demasiados pueblos, no cometamos el mismo error con los
Rohingya. Únete a la llamada y comparte esto con todos tus
conocidos:
Una y otra vez, la comunidad de Avaaz ha permanecido al lado del pueblo
birmano en su lucha por la democracia. Cuando el régimen reprimió brutalmente a
los monjes budistas en 2007, donamos cientos de miles de euros para proporcionar
apoyo técnico y enseñar a activistas locales a burlar el apagón informativo. En
2008, cuando un devastador ciclón asoló Birmania matando a unas 100.000 personas
y el régimen militar decidió no permitir el acceso de la ayuda humanitaria
oficial, nuestra comunidad donó millones a los monjes que desde primera línea
del frente manejaban la situación de emergencia.
Nuestra comunidad no
existía cuando se cometió el genocidio de Ruanda hace 20 años. ¿Podríamos
haberlo evitado? Dejemos que nuestra intervención para salvar a los Rohingya
ofrezca la respuesta.
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