Antes, cuando éramos paletos, venía una autoridad a darnos un premio y
nos poníamos corbata. Fuera la autoridad que fuera. Hasta se podía dar
la casualidad de que te diera el premio un fascista que había enterrado a
tu madre unos años antes en una cuneta, y aun así te ponías la corbata.
Ayer, varios universitarios recogieron sus premios fin de carrera. Se
tenían que subir a un estrado, donde estaba un señor ligeramente anónimo
que daba el diploma, el ministro José Ignacio Wert y la secretaria de Estado de Educación, que se viene llamando Monserrat Gomendio
y me dicen que tiene sueldo y todo. Algunos estudiantes subieron al
estrado, cogieron su diploma del señor ligeramente anónimo y pasaron
delante de Wert y de Gomendio sin saludar. Con la arrogancia byroniana
de quien ya lo ha perdido todo. Hasta el premio que le han dado. Y, para
colmo, tampoco llevaban corbata. Se conoce que cuando lo has perdido
todo también pierdes la corbata. Llevaban, algunos, camisetas verdes.
Wert, titular del ministerio de la Ignorancia y la Paletería, se
quedó un tanto estupefacto. A ver, ministro, no se aflija. Si leyera
usted un poco, se daría cuenta de que antes de reconocer a nadie hay que
conocerlo. Y es muy difícil conocer a alguien ignorándolo. Wert quiso
conocer a los jóvenes estudiantes mientras, simultáneamente, los ignora.
Y eso de conocer ignorando viene siendo habilidad bastante difícil
incluso para un ministro
Ahora saldrá alguien diciendo que esa escenita de los premios fin de
carrera solo vale para dañar la marca España. Pues coño, yo prefiero
dañar y escupir sobre la marca España a dañar y escupir al tío o a la
tía que mañana me va a curar el cáncer o me va a escribir Quizá nos lleve el viento al infinito.
Porque amar la marca España es como ser una res y amar la marca que te
pone a fuego el ganadero. O sea, una tontería si se mira desde el punto
de vista del ganado.
Lo de defender una marca y abandonar a un estudiante es muy
modernuqui, y se lleva hasta en los países más desarrollados. Es como
valorar las consecuencias de un terremoto asesino diciendo que, a pesar
de tanta muerte, podemos presumir de que al menos, tras la catástrofe,
se ha reducido el paro.
Estos chicos y chicas que han recogido su premio sin saludar a Wert,
torciéndole la cara, nos han demostrado con un solo gesto que el
gobierno de España podría estar formado por personas mejor formadas,
menos vasallas y más jóvenes que nuestro ministro de Educación y Ciencia
y Cultura y Deporte y mogollón de cosas que entran en el cajón de lo
que no vale para nada. Tenemos un país de mierda en el que ya no se
rebelan los ejércitos contra la opresión, como antañazo. Ahora solo se
rebelan los estudiantes, los cerebros huidizos, la inteligencia. Con
estos revolucionarios que piensan, que deciden, que hacen belleza, nunca
vamos a llegar a ninguna parte.
.
Espero que el articulista se equivoque y que con estos revolucionarios lleguemos algún lugar donde los valores no sean llevar corbatas, ni españolizar a los niños catalanes, ni adoctrinar a los niños españoles, ni aborregar a los ciudadanos de un Estado, de dónde las inteligencias no tengan que esconderse por vergüenza ajena y los cerebros no hayan de marcharse por el desprecio que su país les depara...Un lugar donde las naciones no sean marcas, la que sea, valiente memez...y sus ciudadanos corderos.
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