(Público)
¿Es usted valenciano? Entonces no tengo que explicar qué se siente en
cualquier rincón de España cuando nuestra procedencia, medio
broma/medio en serio, se confunde como sinónimo de corrupción, ladrillo y
farra. Si alguna vez fuimos ricos esa es la imagen que supimos
proyectar al mundo: Calatrava, Fórmula Uno y vacaciones en Oropesa.
Quizás aturdidos por la burbuja de nuestros bolsillos, nos doctoramos en
mirar para otro lado. Con nuestros principios secuestrados por los
símbolos del despilfarro edificamos una tierra donde la bandera que
ondeaba en los ayuntamientos estaba cosida con los décimos de Fabra.
Tal era nuestro esplendor que el Papa emérito en persona quiso
bendecir nuestros milagros, convertir el agua en golf y recalificar los
panes y los peces. Rosario al viento ya esperaban desde el yate nuestros
dirigentes cuando un metro lleno de ciudadanos como tú y como yo
descarriló bajo tierra. 43 personas nos dejaron y 47 quedaron heridas.
Tal vez no lo recuerdes, fue hace siete años, nadie dimitió. Se
investigó de puntillas, no hubo juicio, no hubo responsables y lo que es
peor, no hubo memoria. Muchos, entre los que me encuentro, no estuvimos
a la altura. Nuestra mayor vergüenza y su mejor estrategia se hubieran
olvidado de no ser por que Valencia es capaz de lo peor, pero también
de lo mejor.
Si hay alguien que representa esto último con la mayor dignidad es la
Asociación de Víctimas de Metro 3 de julio. Un grupo de hombres y
mujeres que ante el silencio sobrepusieron su voz, que ante la soledad
arrimaron sus hombros. Cada día 3, en la Plaza de la Virgen, nos tienden
la mano para que reparemos nuestras vergüenzas y pidamos perdón a los
olvidados. Ayudados de unos pocos periodistas valencianos que tampoco se
rindieron, han conseguido que el programa Salvados les dedique su
espacio este domingo. Una a una desfilarán por la pantalla las mentiras
de la comisión de investigación y de los políticos valencianos en un programa que dolerá, y mucho, a los que no supimos estar ahí.
Nada de esto tendrá sentido si el viernes que viene no abarrotamos la
Plaza de la Virgen para darles nuestro calor, nuestro apoyo y nuestra
indignación. Porque día tres tras día tres, Beatriz Garrote, Enric
Chulio y todas y cada una de las víctimas nos han demostrado que no
importa cuanto lo hayan intentado, el silencio no puede triunfar
mientras quede al menos una voz en pie. Valencia, despierta.
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